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miércoles, 3 de marzo de 2010



sexualidad y ets

La sexualidad es una de las formas que la naturaleza te da para aprender a conocer y a desarrollar lo que es el afecto por alguien que tú quieres. A veces ella parece como despertar en tu interior una aparente necesidad de querer a otra persona, de sentir que quieres tenerla más cerca, para poder cuidarla, quererla, atenderla, y compartir tu vida con ella.

El afecto es un sentimiento muy importante en tu vida, porque es parte de tu escuela del amor. No es amor, pero es muy bueno ya que si aprendes a dirigirlo puede con el tiempo conducirte al amor. El afecto está más ligado al cariño, al placer y al bienestar, en cambio el amor es superior porque incluyendo al afecto está ligado a la felicidad; una diferencia fundamental que debes saber reconocer para guiar tu futura sexualidad, la que intentaré mostrarte a lo largo de toda esta carta.

Hoy parece que demasiadas personas confunden el afecto con el amor y hablan de amor para referirse al afecto, esto seguramente tú lo has notado en las letras de canciones, en la televisión, revistas juveniles, y en muchas otras partes. Ellas causan mucha confusión en las jóvenes porque el amor es algo completamente diferente; como ya lo sabes podemos llegar a él entregando mucho afecto, esfuerzo y siendo constantes, pero el amor es un regalo. Porque a pesar de que no es gratis, desearlo no significa tenerlo, y menos aún merecerlo.

Sentir amor entre una mujer y un hombre es el mayor regalo que puedes recibir como pareja, pero como es algo muy especial no se obtiene por magia, ni aparece en cualquier momento que lo quieras tener. El amor verdadero entre una mujer y un hombre es como el premio a una pareja que ha sabido reconocer, apreciar, y cuidar su mutuo camino hacia su felicidad, donde uno de los múltiples componentes de sus vidas es la sexualidad.

Para quienes creen en Jesucristo, ese camino hacia la felicidad es lo que llaman tratar de cumplir la voluntad de Dios, porque su voluntad es que tú y todos seamos felices. Dicen que para eso te creó, y para eso nos creó. Creen que para decirnos cómo ser más felices, Dios nos envió a su Hijo, Jesús: Él te dice a ti, que si deseas encontrar tu felicidad no la busques tratando de hacerte feliz sola, sino que compartiéndola o entregándola. Debes buscarla en el prójimo, en los demás, en quienes te rodean, porque si tratas de hacer felices a otros, incluso si te cuesta algún sacrificio, encontrarás la propia felicidad. Esa sería su verdad, y tu verdad.

Esta explicación cristiana de la realidad, afecta por igual a cualquier ser humano, de cualquier religión, crea o no crea en Dios, porque las leyes naturales no son evitables; todos somos sus hijos y vivimos en el mismo mundo. Las palabras y explicaciones podrán parecer diferentes en algunos casos, pero la realidad se mantiene inalterable. Tal parece que durante nuestra vida, únicamente podemos aceptarla o rechazarla.

El premio para quien ha buscado la felicidad de su pareja en el matrimonio, es el amor, y siempre que busques la felicidad de tu prójimo lograrás obtenerlo.

Pero no olvides que con tu sexualidad sólo es posible alcanzar el amor verdadero en el matrimonio, cuando seas más grande, independiente y autosuficiente en todo sentido, lo cual no depende de tus padres, sino de ti misma. Antes del matrimonio puedes encontrar mucho afecto y quizás amor, pero quien usa la sexualidad antes de ese momento difícilmente encontrará amor; prueba de lo cual es que quienes deciden empezar a vivir su sexualidad usándola para su personal placer antes del matrimonio casi siempre sufren muchas frustraciones y decepciones no solo con las demás personas sino también con ellas mismas, las que se pueden arrastrar por largos años, porque les ocurre como si perdieran parte del aprecio por su propia persona.

Parece que tuviéramos todo para ser felices, pero también que existe un momento adecuado para todo, y que cuando tratamos de cambiar de lugar nuestros momentos nos exponemos a estériles sufrimientos por nuestra propia y libre voluntad. Parece que no siempre hacemos lo que nos conviene para ser más felices, porque nos equivocamos todos y con mucha frecuencia.

Los límites existen siempre para todos y en todo lo que se aleje del amor. Cuando eres una joven, el límite de tu sexualidad (o sea desde cuando la puedes expresar libre, tranquila y plenamente) está en el matrimonio. Los adultos que viven en matrimonio tampoco están ajenos a límites, para ellos en materia de sexualidad su límite es la fidelidad, o sea, no deben expresar su afecto por medio de la sexualidad con nadie que no sea su pareja matrimonial.

Todos tenemos siempre grandes posibilidades de expresar nuestro afecto y también todos tenemos límites; no parecen haber excepciones ni preferencias especiales para nadie. Es como si existiera una justicia superior a la nuestra en todos los aspectos de la vida, incluso en éste.

La sexualidad es una de las formas de expresar y comunicar el amor por otra persona en el matrimonio, pero la sexualidad no es amor, tan solo puede llegar a ser uno de los tantos instrumentos que dispondrás para expresar tu amor en el matrimonio.

Algunas películas y canciones dicen y parecen mostrar que no es necesario el matrimonio para poder expresar tu sexualidad mediante exhibiciones de escenas donde las actrices parecen muy contentas, actuando como se les da la gana y haciendo cuanto se les da la gana ¿Será verdad o será mentira? ¿Es real o solo muestran apariencias? ¿Quienes se ríen alegres en las películas y fotos de revistas son realmente felices o aparentan serlo? ¿Se dan al prójimo o usan al prójimo para obtener beneficios personales y egoístas? Estoy seguro de que en tu propio interior, en tu corazón, puedes encontrar la respuesta a todas estas preguntas ya que en ese lugar tu verdad y la de tu Padre Dios están presentes, esperando por tus preguntas.

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